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Siéntate
en el borde de una silla con la espalda recta, las manos sobre los
muslos, los pies separados apoyados sobre el suelo. Deja los
genitales suspendidos en el aire (no apoyados sobre el asiento) y
cierra los ojos.
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Concéntrate
en el ombligo (el centro de la energía vital) hasta que puedas
despertar el "chi". Lo puedes sentir en forma de sutil
cosquilleo, electricidad o sensación de energía. Una vez que puedas
percibir la energía chi, auméntala con la respiración: al inhalar,
la traes a ese punto y al exhalar la concentras allí.
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Lleva
la energía hacia el centro genital. Al inhalar la mueves del ombligo
a los genitales y al exhalar la fijas en el centro genital.
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Condúcela
ahora del centro genital al perineo entre los genitales y el ano.
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Sigue
llevándola del perineo al cóccix.
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Del
cóccix a las lumbares (justo en la parte opuesta del ombligo).
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De
las lumbares a las dorsales (justo en la parte opuesta del corazón).
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De
las dorsales a la primera cervical (entre el cráneo y la columna).
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De
las cervicales a la coronilla (el punto más alto de la cabeza)
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Y
de ahí continua bajando la energía de la coronilla al entrecejo.
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Del
entrecejo a la parte alta del paladar para conectar a través de la
punta de la lengua apoyada en el paladar, con la garganta.
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De
la garganta llévala al corazón.
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Del
corazón al plexo solar (punto medio entre el ombligo y la
punta del externón).
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Del
plexo solar al ombligo y concluye cerrando el circuito de la órbita
microcósmica.
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Primero
realizas la órbita microcósmica realizando 2-3 respiraciones
completas para cada punto que estas trabajando hasta que puedas abrir
esos centros energéticos. Después en una respiración pasas de un
punto al siguiente (al inhalar mueves la energía de un punto al
siguiente y al exhalar la fijas en éste) y finalmente haces la
subida de energía desde el perineo hasta la coronilla al inspirar, y
la bajada de la energía desde la coronilla hasta el perineo al
exhalar.
Abrir
la Órbita Microcósmica dentro de uno mismo es uno de los pilares de
la práctica del Tao. Una órbita microcósmica abierta posibilita
circular la fuerza vital (Chi) a través del cuerpo y expandirla
hacia fuera para conectar con las fuerzas de la naturaleza y con la
energía de la Tierra. Con unas técnicas muy concretas de relajación
y concentración, esta práctica conduce el Chi a través de los
meridianos más importantes del cuerpo.