La meditación genera un estado de calma mental no alcanzable por ningún otro procedimiento de trabajo mental.
La
meditación es una práctica milenaria que a través de los siglos y
enriquecida por las diferentes tradiciones espirituales que la han
utilizado ha ayudado a que los practicantes aprendan a dejar la mente
realmente tranquila, esto es, interrumpir el auto dialogo interno y
generar un estado mental de silencio donde florece la serenidad y el
bienestar.
La
meditación nos sitúa en el aquí y en el ahora, cuando uno medita
esta realmente en el presente, ya que si no es así no se produce la
meditación.
La
esencia de la meditación es establecer un estado de conciencia donde
el practicante puede observarse a si mismo como podemos observar a
otra persona, a un paisaje o a un objeto, dándose cuenta que uno no
es sus pensamientos, ni estos son la realidad, sino simplemente esto,
pensamientos que fluyen de manera incesante y que el meditador
observa como si fuera nubes que se desplazan por el cielo.
Es
decir, la meditación nos permite descubrir a nuestro observador
interior, esa parte de nuestro ser que toma conciencia de aquello que
nos acontece diferenciando al sujeto de los contenidos u objetos de
la mente (pensamientos, sentimientos, recuerdos, imágenes, etc.).
Lo ideal es hacerlo todos los días, eso genera un compromiso
mantenido que favorece la extensión de la actitud meditativa al
resto de las actividades del día.
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